Ilusiones

#2


Las leyendas locales son siempre un factor común, de pueblo en pueblo, existen aquellas historias del niño de callejón o la niña que murió en los baños de la escuela, en mi pueblo también tenemos una leyenda, un poco más rara de lo normal, porque este chico se quito la vida en un metro, pero su espíritu dicen, se niega a abandonar los pasillos de cierto tren maldito.

 
3:45 AM, aún no entiendo porque he estado despertando de manera brusca a la misma hora por estas últimas 2 semanas, aunque el sueño no es el mismo y no pasa todos los días, puedo sentir la necesidad de despertar, como si el cuerpo se defendiera y demandará una reacción inmediata, es poco decir que se torna frustrante.
Pero a pesar de ello, sé lidiar con este tipo de problemas desde que tengo uso de razón, he sido un tipo común con algunas aficiones particulares, me cuesta creer hasta en mí mismo, y por eso busco descubrir lo máximo posible, entenderlo y saber su origen. El cuento del fantasma que se oculta bajo la sabana, ya esta muy gastado. 

He estado persiguiendo una cadena de historias sobre la aparición de este chico extraño, aquel que fue la primera plana cierta mañana fría, todos hablaron sobre él, durante meses, luego empezaron los rumores de que su espíritu lloraba esperando la compañia que se le prometió en sus días de vida.

 
Esos ojos penetrantes me despertaron, otra vez, es increíble ver mi habitación, me siento seguro por un momento, pero no tardo en notar que la oscuridad aun reina, el aire se siente pesado y hay sombras moviendose en la negrura, algo acá dentro me lo dice, es como el instinto animal, que viene desde lo más profundo de tus entrañas, primero como un susurro y luego como gritos ordenandome correr, que mi



vida peligra, puedo escuchar y sentir hasta en mis piernas, los latidos de mi corazon, como golpes de tambor, mi cuerpo no responde, no puedo calmar mi respiración y siento como el sudor recorre mi frente, algo esta por pasar, todo en el ambiente me dice que huya, hasta que un sonido se adueña del miedo que empezaba crecer, esta no es mi habitación, no estoy sobre una cama, es el tren, realmente estoy dentro del tren y no son las 3:45, supongo que el correlativo en el vagón jugó con mis pensamientos, acabo de atrevesar los famosos tuneles del pueblo. Subí al tren y me quedé dormido justo en el primer asiento del vagón, no estoy solo, hay alguien justo en el extremo opuesto, puedo ver su silueta, no se porque estoy así, puede ser una persona, debe ser una persona, después de todo este es un tren, -lo saludaré, pensé. Fue hasta que llegue a ese pensamiento, que recordé el terror que me llenaba desde dentro, no me movía, ya no podía parpadear ni mirar en otra dirección, lo vi levantarse, por tonto que parezca, su penumbra era aun más negra que la oscuridad, diferenciaba así sus movimientos, acababa de ponerse de pie, y giró en mi dirección. La acumulación de tantas emociones a la vez, me hicieron olvidar la lógica ¿como diablos llegué aquí? ¡¡¡Maldición!!! Se esta acercando y, mi cuerpo no responde, estoy gritando a mis piernas, no se mueven, nada esta bien, mi mente esta vuelta loca, Él me inspira algo, no es miedo, ya no, va más allá, no me siento seguro, no me siento bien, no puedo desmayarme aquí, mi propia respiración me asusta aun más y, mis latidos, parecen un llamado de guerra,  mis rodillas pesan y mis tobillos no paran de temblar, simplemente se quedó ahí, parado, totalmente inmóvil viendo en mi dirección.
-quizá no me mira, pensé.
Hasta que si mano empezó lentamente a moverse hacia su rostro, el cual no era capaz de distinguir más que por su silueta, juro que los segundos desaceleraron mientras su mano recorría todo el espacio hasta su cara, la puso sobre su boca, cubrió su boca con su mano, entonces vino algo peor que mi recién acabado ataque de terror, empezó a caminar hacia mi, no caminaba en realidad, parecía que aparecía metro a metro, más cerca de mi, no se movía pero se acercaba, el tren se estaba haciendo más corto con cada segundo que pasaba, dejó caer ambos brazos al aire y con cada acercamiento, se escuchaba un lamento, un chillido, sus dedos rozaban los asientos y cuando el tren se encogía, el metal chillaba, dobló su rostro como un perro que escucha un sonido extraño, mi corazón y mis pulmones se habían vuelto máquinas, ya no eran latidos ni mi respiración, yabno eran sonidos humanos, sentía un frío doloroso recorrer cada centímetro de mi espalda y bajaba hasta los dedos de mis pies, empecé a llorar, pero ningun sonido salió de mi boca, no podía, no había nada, empecé a sentirme más y más débil, me regalas adoraba por gritar, por moverme, me esforzaba por correr, no ocurría ni una cosa, ni la otra. Cerré los ojos una sola vez y al abrirlos...


No había nada, absolutamente nada ni nadie, solo sentía el dolor de mi frente que había estado sobre el asiento delantero por quién sabe cuanto tiempo, de la nada la alarma del tren se activó (un sonido que odiaba por monótono) y las puertas se abrieron, caminé hacía la salida y un joven abordó el tren, al verlo noté tristeza, la llevaba a flor de piel. La mirada perdida, a paso lento y como descuidado, sin darme cuenta las puertas se cerraron repentinamente y seguimos avanzando, sabía que me tocaría bajarme en la siguiente parada para no alejarme tanto de mi destino...







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